PARTIENDO DE CERO, TODO LO QUE VEA, LEA, ESCUCHE, ME CUENTEN, VIVA O SE ME OCURRA SOBRE EL MUNDO GAY HOMOSEXUAL

domingo, 17 de julio de 2011

¿Qué son los heteroflexibles?

Tienen vidas comunes y corrientes, esposas, maridos, hijos, pero de vez en cuando se pegan la "rodadita" para tener relaciones con miembros de su mismo sexo. Lo hacen por diversión, por romper la monotonía marital, por necesidad de autonomía... Y la ventaja para unos y otras es que esquivar el control de la pareja es fácil porque las mujeres desconfían de otras mujeres, pero no de otros hombres, y viceversa..

A ninguna se le ocurre que salir con amigos a jugar poker, tomarse una cerveza o ir a fútbol son oportunidades para tener sexo con otros hombres. Tampoco a ellos les parece extraño que sus mujeres salgan con amigas a cine, a tomar un café, a hacer compras...


El tema lo puso sobre la mesa la película Brokeback Mountain, la historia de dos vaqueros, Ennis del Mar y Jack Twist, que se conocen mientras hacen fila para conseguir un trabajo. Destinados a Brokeback Mountain para cuidar un rebaño, crean lazos de amistad que terminan en una relación íntima. Finalizado el verano, ambos regresan a su vida anterior. Ennis se casa con su novia de siempre, Alma, y Jack hace lo propio, empujado por las circunstancias, pero continúa luchando toda la vida por estar junto a Ennis. Cuatro años después vuelven a verse y desde entonces Brokeback Mountain será su lugar de encuentro.


Un capítulo reciente de Law and Order del canal Universal muestra a un grupo de amigos –un deportista, un abogado, un arquitecto, un ingeniero– que se reúnen todos los jueves a jugar cartas y tomarse unos tragos. Pero entre juego y juego tienen sexo sin compromiso. Sofía y Luisa, dos colombianas, viven algo parecido a la historia de los vaqueros. Sofía vive en Estados Unidos y Luisa en Argentina y desde hace años se encuentran en diferentes lugares, de vacaciones, por trabajo, como sea. Cada cual tiene su pareja oficial y saben que nunca estarán juntas del todo, pero juegan a estarlo por momentos. Se quieren a su manera. Y Jorge, un ingeniero civil de 40 años, lleva casado 10 años y tiene relaciones esporádicas con un hombre. "Los hombres tenemos reglas claras –dice–. Si hay oportunidad y ganas, hay relación; si no, cada quien por su lado sin complicaciones".

El fenómeno es más extendido de lo que parece. Según un artículo sobre el tema publicado hace pocos días en The New York Times, entre 1,7 y 3,4 millones de mujeres norteamericanas han estado o están casadas con hombres que han tenido sexo con otros hombres. El cálculo se deriva del estudio La organización social de la sexualidad (1990), dirigido por Edward O. Laumann, sociólogo de la Universidad de Chicago, que indica que el 3,9% de los norteamericanos que habían estado casados tuvo sexo con otros hombres en los cinco años anteriores.


Según Joe Kort, trabajador social que ha sido consejero en cientos de casos, asegura que esos no son matrimonios de conveniencia ni cínicos esfuerzos por crear una coartada y que los hombres homosexuales y bisexuales se casan por razones complejas, entre ellas, la discriminación, las ambigüedades del amor sexual y el auténtico afecto. "Estos hombres aman genuinamente a sus mujeres –asegura Kort–. Muchos se consideraban heterosexuales con urgencias homosexuales que esperaban poder confinar en sus fantasías privadas. Se enamoran de sus mujeres, tienen hijos, sienten un clímax romántico y después de siete años su identidad homosexual comienza a emerger". Y aunque en la mayoría de los casos los matrimonios terminan en divorcio, otros permanecen por cuenta de la comprensión de la mujer y del hecho de que hay sólidos lazos de afecto y comunicación establecidos a lo largo de los años que no se rompen.


Uno de eso casos es relatado en el artículo de The New York Times: "Alguna vez trató de devolverse al clóset. Pero una cosa así simplemente no se puede apagar como un interruptor –dice una mujer que lleva 24 años de matrimonio–. Mi esposo es el hombre de mis sueños y no pude verme el resto de mi vida pensando que se iba a sentir miserable y culpable por ser gay. Por su parte, un marido asegura: "Estoy totalmente comprometido con mi esposa, la acompañé en un terapia contra el cáncer y para mí esa es la expresión máxima de amor, mucho más que mis relaciones con hombres anónimos de vez en cuando".

¿Fin de una hegemonía?

El término heteroflexible fue acuñado por la socióloga estadounidense Laurie Essig, en 2000, cuando lo describió como "la más nueva permutación de la identidad sexual". En términos más sencillos, quiere decir que un individuo tiene o intenta tener un estilo de vida con un apego sexual y emocional hacia alguien del sexo opuesto, pero está abierto a encuentros sexuales e incluso relaciones con alguien del mismo sexo. "Mujeres y hombres lo hacen en ocasiones como arma en la guerra de los sexos y como herramienta para manipular los afectos del otro", explica Bonnie Zylbergold, del Centro de Investigación en Género y Sexualidad de San Francisco, California.

La tendencia es a clasificar a los heteroflexibles como bisexuales, pero que no lo son o no aceptan serlo. El heteroflexible intenta conservar su identidad sexual, pero está abierto a los placeres homosexuales. "La heteroflexibilidad –no homosexualidad o bisexualidad– podría significar el final de la hegemonía de la heterosexualidad", dice Essig y agrega que la identidad sexual ya no podría verse desde un punto de vista binario hetero-homo, sino en forma más flexible, menos rígida.

¿Los heteroflexibles son homosexuales reprimidos que no se atreven a salir del clóset? No hay duda de que algunos sí, pero también hay otros que, como en el caso del ingeniero colombiano, simplemente quieren tener una aventura sin compromisos.

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