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domingo, 24 de julio de 2011

NORUEGA llora

 

Oslo.- Noruega llora la muerte de las hasta ahora 93 víctimas de los atentados del viernes en Oslo y la isla de Utøya. El primer ministro Jens Stoltenberg recordó a algunos amigos entre las víctimas, abogó por una "democracia aún abierta" y dijo que el objetivo del ataque es la multiculturalidad.

El llanto se escuchaba sin parar en la catedral de Oslo, donde se celebró la ceremonia en recuerdo de las víctimas, y las lágrimas afloraban incluso en el rostro del rey Harald, cuando el primer ministro Stoltenberg habló del casi centenar de muertos por los dos ataques, mencionó DPA.

Conocía bien a Monica, dijo el líder socialdemócrata. Él mismo acudió con frecuencia al campamento de verano juvenil en la isla de Utøya, donde el viernes al menos 86 personas murieron en un atentado. Monica estuvo 20 años seguidos trabajando en el campamento para jóvenes. "Para muchos de nosotros ella era Utøya. Y ahora está muerta. Muerta a tiros mientras llevaba asistencia y despreocupación a jóvenes de todo el país".

A Stoltenberg se le rompió la voz cuando recordó al joven socialdemócrata Tore Eikeland: "Era nuestro político más prometedor de las nuevas generaciones. Y ahora está muerto. Se ha ido para siempre. No se puede comprender".

Y es que los noruegos seguían sin entender muchas cosas este fin de semana. Su pacífico y pequeño país se vio golpeado por "la peor catástrofe desde la Segunda Guerra Mundial", en palabras del propio Stoltenberg. Sobre todo, la mayor incógnita: ¿Qué llevo al radical de derecha Anders Behring Breivik a convertir su odio contra el islam y la multiculturalidad en una locura asesina sin límites?

La multiculturalilidad era una faceta expresa del campamento de verano socialdemócrata en Utøya. En entrevistas de televisión con los supervivientes, aparecían muchos jóvenes de origen extranjero, bien integrados y activos en la organización de jóvenes socialdemócrata sin diferenciarse de los "noruegos étnicos".

Los grupos violentos de derecha radical en Noruega se consideraban hasta ahora débiles y pequeños. Sin embargo, el domingo se escucharon en los medios dudas sobre la veracidad de la afirmación del asesino de que preparó el crimen en solitario durante nueve años.

Stoltenberg y el resto de representantes oficiales de Noruega se esforzaron de forma conmovedora en transmitir una positiva apertura a sus 4,5 millones de compatriotas en las horas de máxima emergencia y desesperación. Nadie en Oslo siguió las especulaciones rápidamente difundidas sobre las actividades de islamistas radicales.

Ahora se trata de hacer una democracia abierta aún más abierta, dijo el primer ministro, acompañado de su ministro del Exterior, Jonas Gahr Støre.

"Con todo lo malo, haremos que los noruegos regresen rápidamente a su vida cotidiana", señaló. Y las palabras no sonaron fáciles, en vista de la completa destrucción de los edificios del gobierno y de un asesinato masivo pocas veces visto en Europa en las últimas décadas, y dirigido además a sus ciudadanos más jóvenes.

Pero la reacción tampoco puede ser ingenua, reiteró Stoltenberg. Algo que parece adecuado en vista de la saña con la que Breivik planeó los dos atentados: primero retuvo a todas las fuerzas disponibles de la policía y sanitarias ocupadas en la explosión de una bomba de 500 kilogramos de explosivos en el barrio del gobierno de Oslo.

Así, dos horas después y disfrazado de policía, pudo entrar sin problemas en el campamento de verano de Utøya con su ametralladora y una pistola. Por qué pasó una hora y media hasta que las unidades antiterroristas llegaron a la zona y lograron poner fin a la masacre es algo que se preguntan muchos noruegos.

La policía hizo lo que pudo y la tarde del viernes fue increíblemente difícil, dijo el número dos de la policía, Sveinum Sponung. Aunque entiende muy bien que los padres y familiares de las víctimas se resistan a creerlo.


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